EDÉN

Por David Lagmanovich


Adán y Eva

Enorme fue mi sorpresa cuando, al despertar, vi a mi lado a un ser que era como yo, pero no era exactamente como yo. (Todavía no sabíamos hablar entre nosotros: eso vino después.) Miré a la criatura con mucha curiosidad, hasta que entendí que el Señor la había creado para que me hiciese compañía. La curiosidad se convirtió en agradecimiento y afecto: al fin tenía a mi lado a alguién, procedente del mismo Padre, a quien podía proteger y amar. Por su parte, la criatura me miraba también con expresión pacífica, per me parecióencontrar en su mirada el anuncio de muchas cosas por venir, y eso me dio que pensar.


Literal

Mi mente es literal. Cuando les sugerí que probabaran la fruta del árbol, quise decir exactamente eso. No es culpa mía si ellos tomaron mis dichos, inocentemente gastronómicos, en un sentido metafórico que irritó al dueño del Jardín —dijo la serpiente.

Tomado de Los cuatro elementos, Editorial Menoscuarto, Palencia, 2007

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