CONFESIONARIO

Por Angela Schnoor

Se encontraban en la misma iglesia, siempre al final de la tarde. En el confesionario se comunicaban las informaciones de la resistencia y ella, muy ansiosa, no lograba dejar de fumar. Se corría el riesgo de que el humo los delatara, pero el cigarrillo servía también para quemar algunos papeles. Lo peor, mientras tanto, eran las penitencias. En cada nueva misión dejaban la iglesia dominados por el miedo.

Traducido al español por Alejandro Ramírez Giraldo del blog Microargumentos.

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